jueves, octubre 19, 2006

Libertad ¿dónde estás?

Soy el embaucador, ladrón, timorato perseguidor de cosas fáciles que decidió, de repente, dejar de arrastrar los pies en sendas malogradas. Soy, el que grita a punta de mentiras y medias verdades silenciosas: ¡basta! No, ahora no puedo cojear, ni masticar el aire mientras intento resurgir.

La mirada de la gente que me mascula por ser el que apareció como desconocido esperado en la puerta de sus casas, termina haciéndome sentir miedo. El que ahora intenta encajar en el ¿sistema? Cuando sentado, escribiendo un cuaderno de anotar la vida (hoy encontrado envuelto con polvo en su tapa superior), sobre una mesa de la cafetería de la universidad, observando a mis contemporáneos entrar y salir, tejiendo sueños en sus cabecitas para cuando terminen sus carreras. Sin dejar de despegar los ojos alrededor; abrazando cuatro de mis dedos un lapicero verticalmente y, ajustando la yema del pulgar en la punta, se vuelven pececitos ornamentales y yo con ellos, nadamos en ésta gran pecera. Es que, acaso ¿nos preparamos para salir a la mar? ¿Aquél gran balde es, el tubo de ensayo dónde han de preñar aprendices de tiburón? Termino ahogándome en preguntas y respuestas nuevamente. Ahora ¿estoy afuera o es que, no siento de dónde me están sujetando?

Tampoco puedo negarme a luchar. Qué es la vida te preguntas. Y la única idea que llevo en la cabeza es cómo la puedo llevar, si la tomo tan en serio, descubriré que flaquearé al encontrar mis límites, si decido tomarla en broma entonces, la pelea es con todos y no conmigo…

miércoles, octubre 18, 2006

Golpes


Cuatro aburridas paredes que pronto, terminan siendo pequeños remedos de sábanas listas a ser cortadas, destrozadas. Caen pedazo a pedazo, sin importarme lo que pueden valer, sigo rasgando y reviento en más ira. Se tiñen de golpes y sangre. El dolor es ajeno, sólo hay más ánimo para continuar destruyendo, ahora mis rodillas continúan la procesión, las acompañan mis pies descalzos. No puedo llorar, todo es cuestión de aullar hasta quedar afónico ¿Cómo? Si no siento dolor. Y, sigo dándome contra todo muro incontenible, incontestable uno a uno se me vienen encima, mi ceguera desvanece cuando miro en el suelo uno de mis dedos derramando lo que acostumbrado soporté en cada "animal" callejero rematado a punta de patadas y pedradas. Mis manos intentan aún adormecidas cubrir mis ojos pero mis mejillas delatan aspereza extrema. Empiezo a sentir dolor, pero eso, ya no importa. Ahora todo es cuestión de avanzar sin pretender huir, dejarlo todo y, correr aunque deje absurdas huellas "rojas", ¿Adónde correr?...

martes, octubre 17, 2006

Salir de la cárcel

Cuando uno aprende a mentir debiera continuar en no confiar en los demás, pero yo, nunca me remití a tal consigna proclamada por la madre del protagonista gitano de una pelìcula de Emir Kusturica...
Mentiras van, mentiras vienen; peor, si uno es soñador de medio día. Ya ni reconocerme puedo ante el reflejo casual que mis ojos descubren mientras camino por las calles de camino a casa, al trabajo o a la "campiña". ¿La costumbre será la culpable? ¿La soledad hipercinésica a la que combato como agripado crónico?... Soy como el camello que Nietzche describe, que lucha sin determinación para aligerar la carga de los "debes" y "tienes", el monje de clausura con licencia para rogarle al tiempo no me apresione más... Y, esperar encontrar fortuna en la onírica dislexia de mis deseos ex-presidiarios.
Respiro el aire contaminado (no hay tregua en esto) y descubro que nada a cambiado. El mundo (mi mundo) es el mismo por dentro, por fuera; todo es diferente... Me veo obligado a comprar lentes pero, no a usarlos... Deseo que mis ojos no se revistan y sí que se resistan a trabajar sin ayuda...