miércoles, agosto 29, 2007

Hola Perica:

Intento cavilar en las palabras que me escribes, por ejemplo en eso de misoginia. Temo un poco entrar a ese asunto. Por otra parte, me causa algo de remilgada reminiscencia escudriñar en mi memoria cosas que viví y vivimos en el orfanato. Hace mucho tiempo que ya no tengo ganas de volver a visitar el lugar. El servicio de orfanato que ofrecía la Beneficencia de Arequipa creo que ya no lo dan desde hace muchos años. El Chávez de la Rosa tiene -sin duda- algún tipo de afecto bueno o malo en todos los que habitamos por muchísimo tiempo aquella casa. Ya han pasado más de veinte años desde mi última salida. Siento un poco de estupor interno en el momento de rememorar las veces en que una familia me llevaba a su casa y repentinamente mis malos comportamientos -ahora corregidos a punta de encontronazos conmigo mismo en horas prolongadísimas de depresión suicida- me traía de vuelta a cruzar ese umbral que me obligaba a no extrañar y nunca querer volver a salir de allí. Eran tú y el resto de la chiquillada a quién más deseaba ver y con quienes compartir mucho del tiempo libre allí dentro y olvidarme automáticamente de mis "procesos de adopción". Me pregunto, qué será de aquellas familias que a modo de prueba me llevaban a sus casas y al cabo de algunos días se convencían de que no les valía la pena acoger o adoptar a su “seno” un chiquillo endiablado como yo.

Ya sabes, mi nueva madre, -¿o sería la única?- se convenció un buen día por qué no devolverme y me mencionó con una sinceridad medio dura; ella no estaba dispuesta a considerarme, como el resto de las señoras, pretendían fungir de madre coraje conmigo y al final terminaban convirtiéndome en perrito faldero el cual si ya no les convencía podían devolver. Esos días de “prueba” a mis cinco, seis y hasta siete años –quizá desde mucho antes- tal vez hicieron mella en mí y dieron resultado a una actitud de llorón y desquiciado social, que luego desvanecía instantáneamente a mis “eternos retornos” al parvulario de beneficencia pública. Al menos tuviste más suerte que yo, te llevaron a la segunda oportunidad y nos separaron por más de cuatro años... No quiero continuar con esto.

Las cosas aquí en la ciudad andan mejorando. Mi breve intento de pretendiente amoroso, ya desapareció. Sigo algo tranquilo y es cosa que no me preocupe estar con alguien. Le sigo dando a los libros más que nunca. También tengo un nuevo amigo, es mexicano y me agrada contar con él en esto de la nota literaria. Es muy ingenioso y bastante generoso cuando de crítica se trata (tal vez me equivoque), compartir un mismo gusto hace que me aumente la confianza de no dejar este vicio que a mi familia le desagrada hasta el hastío. Y, por los comentarios que has de haber visto, pues a sus palabras me remito.

Quisiera seguir escribiéndote, pero tú sabes que no puedo “usufructuar” lo ajeno cuando no me está permitido.

Recibe un sincero abrazo de

Manuco