miércoles, febrero 13, 2008

Sin retorno

Qué decir acerca del año que ya se fue. Realmente queda mucho por escribir, (ése es mi sentido de fe en la vida). Antes, concebía el año nuevo, mejor, la medianoche de entre el último día del año y el 1 de enero el momento ideal para hacer balance de lo bueno y malo que hice y me falta por hacer, pero no. Luego decidí no ser un tipo light del montón, de esos que siguen las recetas de efemérides comerciales para que los demás le den visto bueno con tal de satisfacer su ego consumista. No. Opté porque cada nueve de setiembre sea un primero de enero que aguarda ser invadido por momentos decisivos en mi vida. Qué más da, tan poco me agradó tal asunto, pues esperar cada víspera de año nuevo (biológico) se volvía una antropófaga tortura inca de sabor agridulce. Las cuentas duelen, peor si recuerdas que las amortizaciones son punzantes para otros.

En fin. Cada loco con su tema. He de admirar cada vez con impaciencia infantil el amanecer del siguiente día para poder decir que no sobrevivo, ni mucho menos existo, ¡quiero vivir! Las recetas gringas y tradicionales me escaldan el cerebro, (jajá, cómo un nuevo disco de Arjona). Hum, las promesas. Carijo soy malo para cumplirlas. Ya nadie puede contar conmigo; cada vez que me fallan yo me vuelvo menos interesado en aquellos. Por un momento siento que pierdo el horizonte. Que las cosas que tengo siempre estarán conmigo, y la gente receptora de mis extractos de afecto, terminan por dudar hasta de lo que no pueda guardar en la memoria. Me he convertido en un espécimen con atributos de híbrido escolar y universitario por las noches. De día el trabajo se convierte en un tirano de ambiguos deseos. Hace tres días llegaba a pensar y decir esto: Ya dejé la lectura de novelas; leo manuales, revistas y a veces sólo duermo Es que dormir se me ha vuelto un vicio que va a terminar por colmar mi sensación de vivir cuando ando algo distraído. Pero esa celda ya no me gusta.

Hoy puedo presumir que me estoy enamorando nuevamente de la literatura. Ah la LITERATURA, fue la novia escolar que con cara de mojigata nunca me fue indiferente. Siempre me sonreía cuando la Maricucha (marihuana) no me visitaba. Cuando los amigos me aburrían con las mismos cuentos de aventureros a lo Sandokan. Cuando mamá culpaba al trabajo para no responder por mí ante el director del colegio, por mis días de inasistencia, por mis pésimas y mediocres calificaciones. O cuando a mis hermanas sólo les interesaba su vida personal y fregarme el día para expiar sus pecados ante mamá o mí hermana mayor.

Hablemos nuevamente de LITERATURA amigo mexicano, también he de ser más intimista contigo (me refiero a ser más sincero). Hoy es el primer día del resto de mi vida. He roto cadenas, abolido mi pereza y alimentado mi fortaleza de destructor para ser lo que quiero ser. Para vivir de lo que -estoy seguro- sé hacer. O tal vez, morir en el intento.

Amiga Sabinera, también extraño correspondencia contigo. Y, déjame decirte que casi estoy en tu misma situación… ¡Me estoy enamorando!

No puedo olvidarme de la Katirita que lucha por ser mujer en un mundo de bestias arrogantes. Aprendo de ella que la lucha por sí misma es más gratificante que dársela con los demás. Pero ojala descubra “mi Katirita” que la voluntad no lo es todo. (Schopenhauer -hay que admitirlo con humildad cartesiana- también te equivocaste).

No puedo olvidar a Alicia María ella es una musa en vivo y a todo color…

Tengo más que decir y hoy mi jefa se molestó por usar la máquina para asuntos que no son de la chamba… No importa… he vuelto… y eso me hace feliz.

Realmente soy de USTEDES amigos

Enzo