lunes, septiembre 03, 2007

Ccarichi

Señor Pedro R. A.

Qué puedo decir al respecto, no hay ánimo alguno en mí cómo para poder hacer una carta de desagravio. No hay respuesta en contra de la sinceridad manifestada en tu incontrolable malestar por mi situación actual. Entiendo que otras personas te mantienen informado, o, al menos me has hecho notar que utilizas recursos que desconozco para que hayas acertado en mis desavenencias emocionales. Probablemente me queda nada más que confirmar algunos detalles descritos que fueron soterradamente anotados para sorprenderme y desempolvar antiguos deseos y sueños que no pude satisfacer o, dejé de hacer. Quiero creer que ésa es tu intención. Pero hermano, hay formas más inteligentes para llamar mi atención.
Suelo ser demasiado cobarde para cuando advierto que intentan desvelarme. Soy el hombre sin atributos, que Musil aprisiona y ahorca que, pretende liberarse y desprenderse de su pasado siendo generoso con todo cuanto me rodea. He empezado a ver al mundo con otros ojos. Habito en un mundo infantil donde el más grande y viejo ser humano de los hombres se resguarda en mi cuerpo. Veo a todo hombre y mujer cómo niños indefensos o aparentemente demasiados seguros de sí mismos sin arrobarle a mi capacidad de asombro que no son a ellos a quien temo sino a mí mismo cuando cierro los ojos. Me abrazo de las horas para contarle al papel en blanco que me espera en mi mesa de escritorio que soy el único con el que cuenta las veces que ya no siento nostalgia por no ser cómo el de antes. Me descubriste y sólo caigo en la cuenta que he de formular o retomar planes que aun, estoy seguro, puedo ejecutar.
Me hizo sonreír de nuevo el comentario aquel el de regar la chacrita del profesor Gutiérrez en su curso de Biología. De amor hoy no puedo discutir, ni quiero. He de cumplir a cabalidad con la promesa de mantener al día este blog. Tus arremetidas, espero sean una excepción que se disipen lo más pronto.
Ya no creo que el pasado nos condene. Hay un momento de reivindicación -si es que se presenta la oportunidad- para si no ocultarlo entonces enfrentarlo y convertirme en el verdadero hacedor de mis circunstancias.
Sigo esperando el libro del Corán con anotaciones que me prometiste hace un año. La versión que tengo no me satisface, me parece incompleta al no contener pies de página o comentarios que me hacen entenderlo mejor. Empieza a no gustarme hacer esto -lo de escribir cartas abiertas-, te sugiero que vuelvas a permitirme acceder a tu lista de contactos para tu correspondencia electrónica.

P. S.
También te quiero...


Manuco