martes, octubre 17, 2006

Salir de la cárcel

Cuando uno aprende a mentir debiera continuar en no confiar en los demás, pero yo, nunca me remití a tal consigna proclamada por la madre del protagonista gitano de una pelìcula de Emir Kusturica...
Mentiras van, mentiras vienen; peor, si uno es soñador de medio día. Ya ni reconocerme puedo ante el reflejo casual que mis ojos descubren mientras camino por las calles de camino a casa, al trabajo o a la "campiña". ¿La costumbre será la culpable? ¿La soledad hipercinésica a la que combato como agripado crónico?... Soy como el camello que Nietzche describe, que lucha sin determinación para aligerar la carga de los "debes" y "tienes", el monje de clausura con licencia para rogarle al tiempo no me apresione más... Y, esperar encontrar fortuna en la onírica dislexia de mis deseos ex-presidiarios.
Respiro el aire contaminado (no hay tregua en esto) y descubro que nada a cambiado. El mundo (mi mundo) es el mismo por dentro, por fuera; todo es diferente... Me veo obligado a comprar lentes pero, no a usarlos... Deseo que mis ojos no se revistan y sí que se resistan a trabajar sin ayuda...

5 comentarios:

  1. oh mucha sueRte en todo:D

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  2. me gusta, pero...

    ¿por qué el uso de tanta palabra rebuscada? ¿No es contraproducente con lo que tratas de escribir?

    Suerte en Aqp

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  3. ¡Doc!

    ¿Qué trato de escribir?... Sólo intento terminar con ésta catársis interna... ¿Rebuscado?... Tal vez, pero hacerlo cómo Ud. no puedo... Tampoco quiero...

    ¡Ah!... Gracias Doc Martillo por la sugerencia.

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  4. A veces, la primera prisión que debemos vencer es nuestro temor a ser libres...

    Un abrazo, mis mejores deseos y muchas gracias por tu comentario en mi blog.

    Saludos.

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  5. Lo siento, a veces se me sale el martillo.

    Me agrada tu blog.

    Ok, a lo dije, bye.

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