domingo, septiembre 09, 2007

Wayki


Onqosqataqa kawsayta munasqanmi kallpachan, ichaqa, ¿pitaq kallpachanqa llakiq ñit’isqantari?

Proverbios 18,14


El 99% de ésta carta contiene tus palabras, frases y oraciones; el otro porcentaje, un breve homenaje para ti. ¡Ya sé! que no te gustan...


And I don't even care to shake these zipper blues
And we don't know just where our bones will rest
To dust I guess
Forgotten and absorbed into the earth below.

Double-cross the vacant and the bored
They're not sure just what we have in store
Morphine city slipping dues down to see.
(1979 S. Pumpkins)

Feliz 28 hermano:

No, no es fiestas patrias, no es un motivo para celebrar poco y, mucho menos, demasiada angustia. Es hora de seguir con esto de hacer memoria, que la existencia del hombre se basa en recordar siempre lo que citabas de Alberto Guillén cada vez que estabas ebrio: “Soy un niño, es decir, un hombre en perpetuo trance de crecimiento”, que la madurez no existe, no somos un fruto fácil de llegar a su etapa más deliciosa, total, lo importante es saber degustarse a cada instante desde que se tiene un buen uso de la razón (lo dudo en ti). Eres un loco de esos que no piensa sino en sentir al mundo en su peor estado, orar por él y echarse sus problemas a la espalda...

Te quiero mucho amigo, para mí no vales nada, simplemente significas mucho; es la relación de entre lo que cuesta obtener y lo que se tiene sin gastar nada. Nunca te extrañaré (y vuelvo a recurrir a ti) porque sólo se extraña a quien se le debe. Y, tú eres parte de mí. Te llevo dónde no olvido que llego sin reconocerme en ti antes que a mí. Te amo hermano. Y he aprendido hacerlo porque tú me lo enseñaste con procaces charlas de arte. Sí, contigo aprendí que Fromm no se equivoca en mencionar que el amor no es un objeto que se busca para amar sino una facultad que explotar en mí, y, hacer de ello todo un arte. Que navegando en la cúpula de la catedral de “En busca del tiempo perdido” los hombres afirmamos nuestra valía existiendo por Dios y para los hombres por los siglos de los siglos. Es saber y comprender que en algunas ocasiones cuando escribes llegas a ser un extraordinario escritor que no se da por enterado a falta de coraje y decisión.

Veintiocho años, y para ti, mucho apuesto que, lo consideras como si fueran ochenta y dos. La vida y los hombres (los que nos rodean) nunca nos la hicieron fácil y tampoco lo harán. Recuerdo cuando el humo de marihuana te hacía recitarme frases de “La naturaleza de los dioses”, para notar que cada uno se vuelve un absurdo total pretendiendo ser lo que no puede sin mover un dedo y darse por enterado acerca de todo; “Ita est informatum, anticipatum mentivus nostris ut homini, quum de Deo cogitet, forma ocurrat humana”.

No es fácil retornar a la inocencia sin desnudarnos, olvidarnos de nosotros mismos sin ganas de encontrarnos, sólo olvidarnos. Mandarlo todo al Diablo y que Dios nos sostenga en nuestra levedad. Hay tanto por hacer y poco por respirar, todo deja de ser relativo cuando le damos al mundo una vuelta de tuerca más. Hermano, tu existencia hace más importante la mía. El dolor que alguna vez compartimos es ya humo y eso me hace feliz. Manuco, la vida aun no tiene definición, es cuando estamos muertos que recién tiene significado y más aun carece de él cuando no le das sentido. Sé que llegarás lejos, es hora que tus ambiciones retomen su personalidad, que les devuelvas la energía olvidada en tus raptos de ira y somnolente dejadez. Manuco, respira de nuevo el oxígeno que de niño inhalabas en tus gritos de cándida ira y lucidez. Hermano, estamos hechos para llorar y también para golpear. No te olvides de Nietzsche; destruye cuanto tienes en el camino y recrea el universo de la habitación de tu cerebro con tus propias manos.

No continúes mandando al desagüe tus escritos y tus sueños. Recuerda que eres libre (l’amuor est l’enfant de la liberté) que, amar y dar es la misma situación cuando haces uso de tu libertad. Que tu amor a los libros no opaque tu naturaleza de ser humano. Ya habrá alguna buena mujer que te cante a voz en cuello el salmo que entonas cada vez que cumplo años “eres hermoso, el más hermoso de los hijos de Adán…” Y, aunque no me las menciones muy a menudo, recuerda, siempre estaré al pendiente. Aunque sé muy bien que en ellas no buscas inspiración (sólo en una) pues, hermano ya dedícate a amarlas de nuevo.

Pues bien, te darás cuenta que cada una de éstas frases y palabras te las robé de cada carta que me enviaste. No sirvo para escribir aforismos cómo los tuyos, sólo hago a manera de recompensa, con muchísimo cariño, todo lo que expresabas en tus papeles de papel periódico por mis cumpleaños.

Hoy te están llegando un par de paquetes, en uno de ellos está la Biblia en quechua que me solicitaste, (el Corán aun no puedo enviártelo porque no he conseguido la versión que pienso obsequiarte), la mejor de las sorpresas es Los detectives salvajes de Bolaño, no la quise leer porque deseo que seas el primero en hacerlo, y por último el segundo paquete contiene los siete tomos de la obra maestra de Marcel Proust en la edición setentera de Alianza Editorial (ésta vez no la robé). Y te devuelvo el CD con el tema de Dvorak que tanto te gusta… Escúchalo por mí esta noche ¡Mejores regalos no puedes tener!

Siempre tuyo


P.



P. S.
Come away whit me in the night,
come away whit me
and I will write you a song.
Come away whit me on a bus,
come away where they can’t tempt up with their lies
I want to walk whit you...

Norah Jones


(This song is for you... And thanks very much to be my best friend).

lunes, septiembre 03, 2007

Ccarichi

Señor Pedro R. A.

Qué puedo decir al respecto, no hay ánimo alguno en mí cómo para poder hacer una carta de desagravio. No hay respuesta en contra de la sinceridad manifestada en tu incontrolable malestar por mi situación actual. Entiendo que otras personas te mantienen informado, o, al menos me has hecho notar que utilizas recursos que desconozco para que hayas acertado en mis desavenencias emocionales. Probablemente me queda nada más que confirmar algunos detalles descritos que fueron soterradamente anotados para sorprenderme y desempolvar antiguos deseos y sueños que no pude satisfacer o, dejé de hacer. Quiero creer que ésa es tu intención. Pero hermano, hay formas más inteligentes para llamar mi atención.
Suelo ser demasiado cobarde para cuando advierto que intentan desvelarme. Soy el hombre sin atributos, que Musil aprisiona y ahorca que, pretende liberarse y desprenderse de su pasado siendo generoso con todo cuanto me rodea. He empezado a ver al mundo con otros ojos. Habito en un mundo infantil donde el más grande y viejo ser humano de los hombres se resguarda en mi cuerpo. Veo a todo hombre y mujer cómo niños indefensos o aparentemente demasiados seguros de sí mismos sin arrobarle a mi capacidad de asombro que no son a ellos a quien temo sino a mí mismo cuando cierro los ojos. Me abrazo de las horas para contarle al papel en blanco que me espera en mi mesa de escritorio que soy el único con el que cuenta las veces que ya no siento nostalgia por no ser cómo el de antes. Me descubriste y sólo caigo en la cuenta que he de formular o retomar planes que aun, estoy seguro, puedo ejecutar.
Me hizo sonreír de nuevo el comentario aquel el de regar la chacrita del profesor Gutiérrez en su curso de Biología. De amor hoy no puedo discutir, ni quiero. He de cumplir a cabalidad con la promesa de mantener al día este blog. Tus arremetidas, espero sean una excepción que se disipen lo más pronto.
Ya no creo que el pasado nos condene. Hay un momento de reivindicación -si es que se presenta la oportunidad- para si no ocultarlo entonces enfrentarlo y convertirme en el verdadero hacedor de mis circunstancias.
Sigo esperando el libro del Corán con anotaciones que me prometiste hace un año. La versión que tengo no me satisface, me parece incompleta al no contener pies de página o comentarios que me hacen entenderlo mejor. Empieza a no gustarme hacer esto -lo de escribir cartas abiertas-, te sugiero que vuelvas a permitirme acceder a tu lista de contactos para tu correspondencia electrónica.

P. S.
También te quiero...


Manuco